Sentencia: http://historico.tsj.gob.ve/decisiones/scc/septiembre/313470-RC.000464-29921-2021-20-138.HTML
Mediante sentencia N° 464
del 29 de septiembre de 2021, la Sala de Casación Civil del Tribunal
Supremo de Justicia, reiteró que es posible pactar obligaciones en divisas,
siempre que no esté expresamente prohibido por ley, concretamente, por el
artículo 128 de la Ley del Banco Central de Venezuela. Al respecto, se sostuvo
lo siguiente:
“El fundamento jurídico alegado consiste básicamente
en que, la obligación sobre la cual versó el litigio en el cual se generaron
las actuaciones que constituyen el título de la pretensión de honorarios
profesionales, era una obligación dineraria en moneda extranjera, y que de
acuerdo con el artículo 128 de la Ley del Banco Central de Venezuela, la
estipulación de obligaciones en moneda extranjera es válida tanto si se toma
como moneda de cuenta, como en el caso de que se establezca como moneda de pago
efectivo.
Al
respecto, debe advertirse que la obligación que dio origen al litigio en que el
abogado prestó sus servicios, tiene una fuente distinta de la que da origen a
las obligaciones de pagar honorarios, costos y costas procesales.
En
efecto, la obligación discutida en el juicio que da origen a la pretensión de
honorarios, fue creada por la voluntad de las partes mediante un contrato en el
cual se incorporó una estipulación especial que transformó el régimen jurídico
de la obligación dineraria para que la misma se expresara en unidades de un
signo monetario distinto de la moneda de curso legal en la República
Bolivariana de Venezuela, lo cual excepcionalmente puede pactarse en aquellos
contratos en que no está expresamente prohibido por la ley, a la luz del artículo
128 de la Ley del Banco Central de Venezuela.
En consecuencia, el ámbito de aplicación del referido artículo 128 de la Ley del Banco Central de Venezuela está restringido a las obligaciones nacidas de un acto jurídico en que se incluya una estipulación por virtud de la cual el obligado previamente acepte la modalidad de pago en una moneda extranjera (como unidad de cuenta o como cláusula de pago efectivo), y además es indispensable que se determine cuál será la divisa utilizada, todo lo cual debe ser pactado por las partes antes o en el momento del nacimiento de la obligación.
Por
el contrario, no resulta aplicable el referido artículo a las obligaciones no
contractuales, donde el nacimiento de la obligación dineraria deriva de un
hecho jurídico al que la ley asigna directamente esta consecuencia, como es el
caso de las indemnizaciones por hechos ilícitos, gestión de negocios,
enriquecimiento sin causa, contribución a los gastos de conservación de cosas
comunes, reembolso de gastos efectuados por mandatarios y administradores, y
especialmente, para el caso de autos, el pago de costos y costas procesales.
Esto
porque en tal género de obligaciones, el deudor queda obligado al pago de una
cantidad de dinero por disposición de la ley una vez que se ha verificado el
hecho jurídico, sin que haya estipulación especial que modifique el régimen
jurídico de la obligación dineraria, por lo que esta será indefectiblemente
denominada y pagadera en la moneda de curso legal al momento del nacimiento de
la obligación.
En este último caso, la pretensión de cobro judicial o extrajudicial de tales obligaciones como deudas en moneda extranjera, no solo es improcedente por carecer de base legal, sino que podría configurar el delito de usura, en caso de que el diferencial cambiario exceda los límites legales de las tasas de interés que sean aplicables a la respectiva obligación.
En consecuencia, el cumplimiento de las obligaciones dinerarias no nacidas de una estipulación contractual que se ajuste a lo dispuesto en el artículo 128 de la Ley del Banco Central de Venezuela, se rigen por las normas que regulan el cumplimiento de las obligaciones dinerarias en moneda de curso legal, especialmente observando las limitaciones que resultan del principio nominalístico (artículo 1737 del Código Civil) y las normas que prohíben la obtención, por cualquier medio o bajo cualquier denominación, de intereses superiores a los límites legales (Véase al respecto sentencia de la Sala Constitucional del 24 de enero de 2002, caso: créditos indexados).
En
esta clase de obligaciones, el reajuste nominal de la expresión monetaria de la
prestación debida solo procede mediante la indexación judicial en los términos
en que ha sido reconocida por la jurisprudencia, es decir, calculada desde la
fecha de admisión de la demanda hasta la fecha del pago efectivo y tomando como
factor el Índice Nacional de Precios al Consumidor publicado por el Banco
Central de Venezuela.
En
el caso de autos, el demandante pretende el pago de honorarios profesionales
bajo el régimen de una obligación en moneda extranjera, sin que exista un
contrato de servicios profesionales en el cual el demandado haya aceptado
previamente esta modalidad, lo que hace inaplicable el artículo 128 de la Ley
del Banco Central de Venezuela para el regir cumplimiento de la obligación.
En
consecuencia, teniendo en cuenta las consideraciones previamente expuestas, la
pretensión no solamente es improcedente, sino que presumiblemente violenta
disposiciones de orden público sobre los efectos de las obligaciones
dinerarias, dado que lleva implícita la pretensión de obtener una utilidad
cambiaria que podría superar los límites legales de las tasas de interés y la
prohibición de la usura.
Todo lo anterior conlleva la conclusión de que el error del Superior al declarar inadmisible la acción, no es determinante de la nulidad del fallo, ya que la pretensión deducida es claramente improcedente, siendo inútil decretar la reposición de la causa para emitir un nuevo juicio sobre la misma” (énfasis añadido por la Sala).
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